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Euskal Herria se encuentra en
una situación crucial en varios aspectos:
- Han transcurrido veinte años
de experiencia autonómica y, junto a instituciones
y competencias consolidadas, se constatan limitaciones
en el marco estatutario y en el Amejoramiento del
Fuero y significativos déficits en los derechos
y libertades individuales y colectivos.
- La reactivación económica
actual se da en el marco de una crisis del modelo
económico vasco, con un altísimo nivel
de paro, especialmente juvenil.
- Se está construyendo, aunque
muy gradualmente, una identidad cultural básica
compartida como comunidad, pero no estamos a salvo
de las actitudes proclives a una división en
dos comunidades, por perfiles étnicos o sociopolíticos.
En este tema y en el de la vertebración territorial
hay una presión mediática centralista
sobre la opinión pública.
- Finalmente, la violencia política
se ha convertido en endémica y traumatiza nuestra
sociedad, mientras un sector social minoritario pero
significativo tiene como seña de identidad
a ETA.
Todo ello configura un cuadro general
que tiende a perpetuarse en sus rasgos más negativos,
amenazando el porvenir inmediato, y en consecuencia
la Euskal Herria de nuestros hij@s.
Frente al problema de la violencia política
queremos manifestar que:
- 1. La persistente acción violenta
de ETA contra la vida de las personas - hasta el extremo
de asesinar a cargos electos- así como la llamada
k ale borrosa contra bienes e instituciones, chocan
frontal mente con las convicciones mayoritarias, cuestionan
los imprescindibles valores compartidos para la convivencia
y bloquean la salida a los problemas de fondo.
- La política del Gobierno
del Estado no es siempre un espejo en el que la democracia
pueda mirarse. A su resistencia a avanzar en la democratización
y en el reconocimiento del derecho colectivo de decisión
de la ciudadanía vasca, añade la conculcación
de algunos derechos humanos, por ejemplo, los de las
personas encarceladas.
- Se equivocan quienes piensan en
erradicar la violencia sólo policialmente.
En un Estado de Derecho no se deben propugnar ni las
soluciones autoritarias, ya ensayadas además
en todas sus versiones, incluido el GAL, ni la demonización
de sectores sociales enteros. Esas ideas son propias
de una concepción reaccionaria del mundo o
bien el producto de una ofuscación antinacionalista
-formulada desde un implícito nacionalismo
de Estado- a la que se sacrifica una visión
progresista.
- El mismo Pueblo Vasco que en julio
de 1997 denunció masivamente el asesinato de
Miguel Angel Blanco considera, como lo muestran también
las encuestas por abrumadora mayoría, que no
hay más salidas a la fractura actual que el
diálogo, la tregua, la negociación y
la decisión democrática mayoritaria
de nuestro pueblo.
- Las múltiples iniciativas
para el diálogo que hay en la arena política
aportan vías distintas de salida. Todas las
propuestas sensatas y abiertas, vengan de donde vengan,
son bienvenidas porque son caminos a explorar para
la paz. Hoy se requieren fórmulas audaces e
imaginativas como las que se están produciendo
en algunos países con fenómenos de violencia
política enquistada. Necesitamos pasos efectivos,
especialmente en el plano de las salidas políticas.
En cualquier caso, la sociedad vasca, democráticamente,
debe tener la última palabra.
Como parte de la ciudadanía,
l@s universitari@s, intelectuales, profesionales y artistas
firmantes nos comprometemos desde la pluralidad, la
tolerancia, el rigor y la perspectiva, a contribuir
a resolver positivamente los problemas de nuestra comunidad.
En consecuencia, llamamos a los agentes protagonistas
a que mediante la distensión, el diálogo
y la democracia avancen de forma decidida hacia la pacificación
y la normalización de Euskal Herria.
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